jueves, 5 de octubre de 2017

Tengo un pollito muerto en la terraza





Me llegaba el mal olor, pero inventaba. Hasta que lo vi. En mi terraza, aterrizado desde la azotea, un pollito amarillo. Muerto. Allí se quedó. 
Todas las mañanas vigilando y trayendo a mi mente el pensamiento mágico; que la naturaleza siga su curso, que las hormiguitas y los gusanitos lo descompongan y desaparezca, que llegue un predador y lo lleve a su despensa...

¡Tienes un pollito muerto en la terraza¡






Un día, otro día, mi mente ignorando el olor a descomposición  ¡que maravilla de autoengaño¡ 

¡Tienes un pollito muerto en la terraza¡
¡Tienes un cadáver en la terraza¡

Estos días se han hecho pesados, la entrada del otoño, falta de energía, proyectos que comenzar, decisiones que tomar..
¡Tengo un pollito muerto en la terraza¡
Basta¡¡ ¡Mañana mismo lo tiro¡
me conmueve. Y pasan los días.

Uy¡¡ si se ha movido. vendrán ratas a comérselo. ¡Dios mío¡ 
Ah¡ no, son gusanos más grandes que mi dedo meñique.  Lo mueven, arrastrando  el esqueleto por la terraza.

¡Que calor¡ que días más duros, estoy agotada; el trabajo, las clases, la comida, las extraescolares...
¡Tengo un cadáver de pollito en la terraza¡

¡Ya está bien¡ Recogedor en mano, escoba vieja y bolsa mortuoria, ¡Ea¡ ¡al contenedor¡

Y la mañana de otoño se vuelve liviana, motivante y enérgica¡¡


Saca los cadáveres de pollitos muertos de tu terraza.


                                                                                        Alejandra Ruiz, Coaching


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