Es
increíble la liberación que podemos sentir cuando somos capaces de ver que los
pensamientos son sólo pensamientos y no “uno mismo” o “la realidad”.
Por
ejemplo si pensamos que tenemos que realizar una serie de tareas hoy y no lo
reconocemos como un pensamiento, sino
que actuamos como si fuera la verdad, entonces habremos creado en ese momento
una realidad por la cual creemos, verdaderamente, que esas tardeas deben
hacerse todas hoy mismo.
Los
pensamientos pueden ejercer poderosos efectos sobre el modo en el que nos
sentimos. Con frecuencia esos pensamientos son desencadenados y puestos en
marcha, de manera bastante automática.
Llegando
a ser conscientes una y otra vez de los pensamientos e imágenes que se
presentan mientras volvemos nuestra mente hacia la respiración y el momento
presente, es posible distanciarse parcialmente
y adquirir una cierta perspectiva sobre ellos.
Esto
nos permite darnos cuenta que existen otros modos de pensar sobre las
situaciones, liberándonos delos viejos patrones de pensamiento que “irrumpían
automáticamente en la mente”.
Y lo que es más importante podemos llegar
finalmente a percatarnos, que todos los pensamientos son solo eventos mentales
(incluyendo los pensamientos que dicen no serlo), que los pensamientos no son
los hechos. Así como nosotros no somos nuestros pensamientos.
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