La realidad suele ser que vamos
como una botella de plástico tirada en un río, sin rumbo fijo: a ver dónde
caigo, a ver que hago con mi vida , a ver si tengo suerte y esto duele lo menos
posible.
Parece que los sueños son para los
ilusos, o para los afortunados, o para lo héroes.
En realidad perseguir un sueño da
sentido y fuerza a la vida de las personas. Son hechos comprobados: cuando las
personas tienen sueños que guían sus vidas, son más felices y consiguen más
metas. Esto tiene un impacto en el cerebro: cuando consigues una meta generas
dopamina, que te da sensación de placer. Y, a la vez, la dopamina activa los
circuitos del cerebro que te dan ganas de marcarte nuevas metas.
Elsa
Punset
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